jueves, 23 de diciembre de 2010

El Grial llega a Montsegur

 José de Arimatea, tío de Jesús de Nazaret y propietario del sepulcro donde el cuerpo de su sobrino permaneció por 3 días después de la crucifixión, condujo - tras el acontecimiento de la resurrección - a algunos destacados personajes de los evangélicos al sur de la actual Francia. Entre otros viajeros y según nos cuenta la tradición, fueron Maria Marta, Maria Sara y Maria Magdalena las que serían desembarcadas en Santas Marías del Mar, puerto cercano a Marsella, localidad que, tomará desde entonces este nombre. 
 
José, además de los bienes personales, llevaría consigo un bien muy preciado, el cáliz o copa más buscado en la historia del hombre, el Santo Grial. El mismo recipiente con el que Jesús celebraría su última cena junto a sus 12 fieles seguidores. Y, según se narra, el mismo en la que después de ser herido en su costado izquierdo por Longinus, el soldado romano, se tomaría en su interior la sangre derramada del Salvador. Traería pues José, la copa a lugar más seguro ¿ocultándola en una montaña de difícil acceso? y hacerla así perecedera para el futuro de la cristiandad, en señal de resurrección, en señal de vida eterna.

Entrados nuestros días es donde se especulará en que copa y sangre de Cristo - el Santo Grial – serán el simbolismo de la Sangre Real del “Rey de los judíos”, esto es, la mismísima descendencia del maestro. Esta última hipótesis es la descrita por los historiadores H.Lincoln, M.Baigent y R.Leigh en “El enigma sagrado” y posteriormente novelado por Dan Brown en “El código Da Vinci”. Los hechos por ellos investigados basan su estudio en el hallazgo inverosímil de un sacerdote - Bérenger Saunière - en el enigmático Rennes le Chateau, cerca de Quillan en el Pirineo Francés (Occitania) a unos 30 minutos de Montsegur.

Montsegur, lugar de culto para todos los historiadores, herederos y fieles a la historia y leyenda cátara. La montaña, corazón del catarismo, emblema de su historia y su tragedia junto a su inescrutable castillo, una fortaleza segura. El último baluarte de dicha excepcional forma de vida, la de los buenos hombres y las buenas mujeres, donde hallose y a su vez custodiose, la más buscada reliquia de los confines cristianos, la Santa Copa, desaparecida según la leyenda, tras la Cruzada contra el Grial