Solsticio de verano - San Juan / Jano
Orígenes
El origen de esta tradición se halla en los celtas (después la tomaron los germanos y otros pueblos Europeos), en lo que llamaban Alban Hermin, la celebración por medio del encendido de hogueras durante el solsticio de verano para agradecer el máximo esplendor del sol (cuando más tiempo está en el cielo, el día más largo, la noche más corta) y compartir su fuerza con hogueras para atraer su bendición, sobre hombres, animales y las cosechas del campo. Se cree que estas hogueras expresaban la pretensión de mantener la luz del sol aun durante las pocas horas de oscuridad, para alcanzar, dado que el solsticio dura 2 noches, un legendario “día de tres días”. En cualquier caso eran un claro culto solar, que celebraba la fuerza y poderío del astro rey para vencer a las tinieblas. Más tarde las hogueras gigantescas fueron simbolizadas por fuegos más pequeños, y en algunos casos por procesiones de antorchas o rituales con brasas ardiendo.
Los romanos transformaron este culto planetario y pagano de las fiestas solsticiales a la veneración del Dios Jano (Ianus), considerado como el portero (Ianitor) que abría y cerraba las épocas, esto es, dos puertas, que llevan a dos caminos: el del cielo y el del infierno, Janua Inferni y Janua Caeli. Sabido es, que el nombre del mes de enero, en todos los idiomas europeos, es derivado muy directo del nombre del dios Jano (January, Janvier, Januar, etc.), habiendo perdido en castellano la jota inicial por la que, aun siendo también derivado suyo, no lo parece (Enero), si bien en catalán tiene un acercamiento más similar a su raíz (Gener). Por todo ello se lo denominaba también “el señor del tiempo”, poseedor de las llaves o claves (clavis: llaves) de los misterios ligados a la iniciación. Dos llaves con las que se pueden abrir la "puerta del Cielo y la puerta del Infierno". Dos rostros, de ahí el calificativo de Jano Bifronte. Uno miraba a la izquierda, hacia el pasado, que condiciona inevitablemente lo que somos, en nuestro presente y al que se le adjudicaba la llave de plata, la primera fase de la iniciación, donde se debe de tomar conciencia, lo que implica una regeneración total de la psique o del alma. La llave de oro, que mira a la derecha, al porvenir, simbólicamente el mundo celeste y uránico (solar) ligado a la segunda fase de la incoación - la iniciación - al Conocimiento.
Una deformación del nombre de JANO llevó al Santoral Cristiano a establecer en esta fecha la festividad de San Juan (equivalente a Iván), nombre con el que se celebra actualmente esta poderosa noche de fuego.
En la edad medieval Jano fue reabsorbido en la forma cristianizada de San Juan Bautista y San Juan Evangelista. La extraordinaria riqueza espiritual de los dos San Juan, el Bautista y el Evangelista es exaltada en muchas tradiciones de vertiente cristiana, por ejemplo en la masonería y en otras culturas para celebrar los mismos fines. El 24 de junio, es la fiesta señalada para San Juan Baptista y el 27 de diciembre para el Evangelista, días que corresponden al solsticio de verano y casi al solsticio de invierno. Es a Jesús a quien se le atribuye el hecho de nacer cuando el sol renace (empieza a traer luz sobre las tinieblas), de quien se desconoce la fecha exacta de su nacimiento (incluso historiadores hablan de haber nacido hacia el -5 antes de Cristo) y al que le precedió con la exactitud de seis meses (solsticio de verano), Juan Baptista.”Detrás de mí vendrá aquel, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo”.
El inicio veraniego (en el hemisferio norte) de San Juan refiriéndose al Baptista (Yahia) también mencionado en algunos versículos del Corán (islam), y en concreto el fenómeno solsticial, se produce del día 21 al día 23 de Junio. El padre de Juan era el profeta Zacarías quien por dudar de que su esposa, Isabel, estuviera en cinta se quedo mudo y al nacer su hijo recuperó la voz, encendiendo hogueras para anunciar a parientes y amigos la noticia.La circunferencia que dibuja la orbita solar al pasar de un solsticio a otro, pasando por los dos equinoccios de primavera y otoño, deviene el esquema simbólico y tradicional del ciclo del año. A este movimiento, le corresponden las 4 estaciones temporales del año, invierno, verano, primavera y otoño (norte, sur, este, oeste: 4 elementos + el sol central, 5 elementos) que en un constante reciclaje hace posible la regeneración permanente del propio tiempo y espacio, tanto terrestre como celeste o cósmico.
La celebración dedicada a Jano Bifronte, venera ahora a San Juan Bautista y San Juan Evangelista, de quién ya se ha dado a entender que representan las dos modalidades o aspectos de un solo y mismo ser. Aquí existe una correspondencia entre las puertas solsticiales y el dominio propio de la iniciación en los misterios, el mundo natural/material con respecto al espiritual y sagrado, iniciación que se desarrolla en dos fases, descendente y ascendente (ying yang). En la antigüedad greco-latina se hizo corresponder respectivamente a los “pequeños viajes” y a los “grandes viajes”, terrestres los unos y celestes los otros, que conducen al Conocimiento integral de la cosmogonía y del verdadero orden del mundo.